El 1 de Agosto de 1704, una fuerza naval anglo-holandesa, dirigida por Rooke, se situó ante un desarmado peñón de Gibraltar, con decenas de buques de guerra y miles de hombres, disparando cañones durante un mes.
Tras la toma del peñón, se produjo el éxodo de 4000 gibraltareños con la esperanza de la recuperación del peñón y sus propiedades, hecho que finalmente no se produjo, a pesar de varios intentos que reseñaremos en otro post.
Después de asumir las dificultades de la vuelta al peñón, los gibraltareños decidieron establecerse en el Pago de San Roque, donde había una ermita con la talla de San Roque, a quien se atribuye que la peste no entrara en la comarca.
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